29 Oct ¿Cómo adaptarse al horario de invierno?
A pesar de que la Comisión Europea propuso hace un par de años que el 2019 fuera el último año del cambio de hora, la realidad es que no ha sido así y, nuevamente, el pasado sábado llegó el famoso cambio horario.
Así pues, nos guste o no, tenemos que adaptarnos a ver como el sol sale una hora antes y se pone también una hora antes, lo que significa que de buena mañana tendremos luz más temprano y, en cambio, por la tarde rápidamente veremos cómo se esconde el sol.
Si bien es cierto que no se trata de un cambio muy drástico y nuestro organismo se adapta rápidamente a este nuevo horario, nuestro cuerpo y nuestra mente sí que lo pueden notar los primeros días. Cómo apuntan algunos expertos, vendría a ser como un tipo de jet-lag temporal, que afecta algunos grupos de población más que otros. Por ejemplo, los bebés y la gente mayor tardan algo más en acostumbrarse a este cambio horario, mientras que el resto de la población lo hace más rápidamente.
A continuación, te proponemos algunos consejos para superar las posibles consecuencias del cambio horario:
Aprovecha la luz solar: Es recomendable avanzar un poco nuestra rutina para aprovechar la luz solar. Levántate un poco antes y disfruta de la exposición solar, aunque sea desde el balcón de casa o de la ventana. Está comprobado que la luz solar mejora nuestra vitamina D y a la vez nos ayuda a segregar serotonina, una hormona reguladora del estado de ánimo y el hambre.
La importancia de una vida activa: Como te hemos explicado muchas veces, es clave hacer un poco de ejercicio físico de manera regular. Si además, lo puedes hacer al exterior y aprovechando la luz solar todavía mejor. Intenta no practicar ejercicio justo antes de ir a dormir, puesto que te costará más conciliar el sueño.
Nada de pantallas antes de ir a dormir: Es muy importante que una hora antes de ir a dormir, dejes a un lado las pantallas y otros dispositivos. Acostarse con la tableta o el móvil provoca insomnio, así que apuesta por un buen libro y relájate.
Olvídate de la siesta: Intenta no dormir más del habitual y, si puede ser, no te rindas a la siesta después de comer. Si la haces que no dure más de 20 o 25 minutos porque si no, rompes el ritmo y te hace sentir todavía más cansado cuando te despiertas. Lo más importante es dormir entre 7 y 8 horas y no intentarlo compensar con la siesta.
¡Ya verás como con estos consejos rápidamente tu cuerpo se habrá acostumbrado al cambio de horario!