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Guía básica para combatir las alergias esta primavera

Aunque actualmente nos encontramos en una situación extraordinaria de cuarentena, el tiempo no se detiene y como todos los años, con marzo llega el cambio de estación. Con la primavera comenzamos a dejar atrás los meses más fríos y nuestro cuerpo parece reactivarse del letargo invernal. Pero no todo son ventajas y esta estación trae uno de los males más molestos para algunas personas: la alergia estacional asociada a la primavera.

Principios básicos

Las alergias son unos de los trastornos inmunológicos más comunes. Se dice que una persona tiene alergia cuando su sistema inmunológico reacciona a un agente, normalmente considerado inofensivo, como si fuera peligroso para el cuerpo.

Existen diferentes tipos de alergias que, ante todo, han de ser diagnosticadas y puestas en tratamiento por profesionales de la salud. En Grup La Pau siempre recomendamos, no sólo como servicio sociosanitario de calidad, sino desde el lado más humano y sensato, evitar el autodiagnóstico y la posible automedicación consecuente.

Si se tiene sospecha de padecer alguna alergia, lo mejor es pedir cita con el o la médico de cabecera y, una vez evaluados los síntomas, se podrá derivar al paciente a un especialista en alergología si se viera necesario. El alergólogo o alergóloga completará el diagnóstico y tratamiento a seguir, así como unas pautas de prevención.

 Cuidado con el polen

Una persona con alergia estacional padecerá episodios reactivos en primavera, verano u otoño, dependiendo en qué época del año se manifieste el alérgeno en el aire (polen, hierba, moho…). En este sentido, la primavera es una estación especial en lo que a alergias se refiere, ya que es época de polinización para la mayoría de plantas y por lo tanto hay más probabilidad de que un mayor número de personas padezcan reacciones alérgicas. Cabe destacar que otras plantas liberan polen en otoño o verano, por lo que es posible tener episodios de polinosis (alergia al polen) en diferentes épocas del año. También hay que tener en cuenta que la cantidad y tipo de polen también dependen de la zona geográfica.

Los síntomas principales que pueden provocar los alérgenos propios la alergia primaveral son:

  • Lagrimeo ocular acompañado de picor y enrojecimiento. En algunos casos se puede producir conjuntivitis.
  • Congestión y secreción nasal.
  • Prurito en nariz, paladar y/o parte posterior de la garganta.
  • Estornudos frecuentes.

Otros síntomas a tener en cuenta y que pueden acompañar a los anteriores son: tos, dolor de garganta, dolor de cabeza, problemas de sueño, hinchazón ocular, fatiga e irritabilidad. Tampoco es descartable sufrir episodios de migrañas y/o asma alérgica.

A pesar de que actualmente el no salir de casa es un compromiso social ante una situación excepcional, es necesario recordar los siguientes consejos teniendo en cuenta futuros escenarios. Algunos de los cuales son aplicables incluyo en estas circunstancias:

  • Evitar la exposición y práctica de actividad física en parques y zonas verdes.
  • Ventilar la casa al atardecer.
  • Tender la ropa en el interior de la casa o en patios sin acceso a la calle.
  • Si es preciso, quitarse la ropa usada durante la exposición al polen y ducharse para eliminarlo de la piel y el pelo.
  • Consultar la información disponible en medios de comunicación para comprobar los pronósticos y los niveles de polen. De esta forma se pueden organizar salidas a la calle, coladas… evitando en su mayor medida el riesgo de exponerse al polen.

Un enemigo microscópico

El polen no es el único alérgeno a destacar en primavera. El polvo doméstico está formado por partículas de escamas de piel humana y animal, desechos de insectos, suciedad, esporas de hongos, pólenes… Dentro de un largo etcétera hay que destacar a los ácaros del polvo. Las partículas fecales de esta subespecie de arácnidos diminutos es un alérgeno, tan importante como común, que se localiza en viviendas y almacenes.

En lo referente a las viviendas, los ácaros se acumulan en lugares como sábanas, cortinas, colchones… en general lugares con fibras textiles en las que encuentran sus dos factores para sobrevivir: calor y alimento (escamas de piel humana). A diferencia del polen, que es un alérgeno estacional, los ácaros son una fuente crónica y acumulativa de alérgenos.

Las medidas más eficaces a la hora de combatir los ácaros pasan por evitar tener aquellos objetos en los que se pueda acumular polvo más fácilmente (alfombras, pufs, moquetas, muchas almohadas o cojines…). La limpieza de colchones, almohadas, fundas y ropa de cama (a ser posible con agua caliente) es clave y, aunque en el proceso se pueda remover polvo y facilitar el ataque de los alérgenos, también es importante aspirar las estancias y eliminar el polvo de superficies de forma habitual.

Finalmente, el último aspecto a tener en cuenta en los dos casos de alergias comentados es el uso correcto y responsable de la medicación. Sólo se han de seguir tratamientos para las alergias si se han diagnosticado médicamente. Estos tratamientos más comunes incluyen antihistamínicos, descongestivos, inhaladores nasales y/o gotas oftalmológicas. Los tratamientos farmacológicos recetados son personales y no han de ser recomendados o administrados por alguien que no sea el especialista encargado de nuestro caso.

En caso de que los síntomas de cualquier alergia se agraven y se corra el riesgo de sufrir un shock anafiláctico, no hay que dudar en llamar a los servicios de emergencias. En Grup La Pau, tenemos un compromiso con nuestros usuarios, por eso tenemos claro que el tiempo, la atención y el cuidado son los pilares de un servicio sociosanitario de calidad, capaz de atender situaciones críticas en el menor tiempo posible, pero con las máximas garantías.