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ACCESOS

Guía básica de detección, intervención y prevención del bullying en centros educativos

El acoso escolar, más conocido actualmente como bullying, es una triste realidad a la que se enfrentan cada día miles de niños y niñas.

Los datos hablan de que, en España, entre noviembre de 2017 y octubre de 2018, el Teléfono contra el Acoso Escolar del Ministerio de Educación y Formación Profesional atendió a más de 12.000 llamadas, de las cuales 5.557 se referían a posibles casos de acoso.

A las cifras anteriores sería necesario sumarle aquellos casos que permanecen en ocultos, ya que el silencio de las víctimas y de los posibles testigos del acoso se convierte en el mejor cómplice para los agresores y agresoras.

El bullying en los centros educativos atenta contra la salud emocional, psicológica o incluso física de los y las menores víctimas de acoso, por eso Grup La Pau, no sólo como cooperativa formada por profesionales, sino compuesta por familias, quiere recordar la importancia de la detección, intervención y, sobre todo, la prevención de estas situaciones para que la niñez y la adolescencia de los más jóvenes no se vea interrumpida.

Diseccionando el problema del bullying

Aunque actualmente el bullying es un tipo de violencia en el entorno escolar más reconocido que en décadas anteriores, da la impresión de ser un eterno problema. La Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE) indica que aún hoy en día existen concepciones erróneas o desinformadas sobre el tema del bullying.

Una de ellas es la misma definición de acoso escolar o bullying, ya que, si bien se conoce como una situación reiterada de maltrato verbal, psicológico y/o físico a un niño o niña por sus compañeros o compañeras, en muchos casos no se sabe identificar cuántas veces ha de ocurrir para ser considerado bullying. En AEPAE, determinan la diferencia entre un conflicto casual y uno reiterado a partir de que éste se produzca 3 veces o más.

Es importante destacar que hoy en día no es necesario que víctima y acosador se encuentren en la misma habitación para que se dé el acoso. Un uso erróneo y no supervisado de la tecnología y las redes sociales puede facilitar los insultos, vejaciones, difusión de material audiovisual hiriente… hacia el menor, provocando así lo conocido como cyberbullying.

Las tres vías

Existen tres vías de actuación general ante la realidad del acoso escolar.

En primer lugar, se encuentra la vía de la prevención. A grandes rasgos, esta forma de actuación implica enseñar a los menores a tratarse como iguales desde edades muy tempranas y detectar e intentar corregir escenarios de baja autoestima, conflicto familiar u otras situaciones de riesgo. Cabe destacar que la educación desde el respeto, evitando reforzar el auto-concepto de superioridad o inferioridad por parte de los niños y niñas, no sirve de nada si sólo se lleva a cabo en los centros escolares. Se ha de enseñar desde casa.

Paralelamente a la prevención se encuentra la detección de los posibles casos de bullying. Es importante que en edades cercanas a la pubertad se empiece a prestar especial atención al comportamiento de los menores por parte de profesores, padres y otros familiares o tutores. No hay que dudar en ponerse en contacto con el centro educativo o con los padres si se detectan en el niño o niña algunas de las siguientes señales:

  • Signos de violencia física.
  • Cambios en el hábito alimentario: comer compulsivamente o no tener apetito.
  • Problemas de sueño.
  • Dolores de tripa o de cabeza sin razón aparente.
  • Que niño o niña se empiece a encontrar mal los domingos o proteste ante la idea de ir al colegio cuando antes no lo hacía.
  • Cambios en el rendimiento escolar. Normalmente, que sus calificaciones bajen.
  • Aislamiento o soledad.

Es importante tener en cuenta estos signos y, en este sentido, también es muy importante escuchar al niño o niña, ya que, aunque es muy poco probable que el menor confiese a sus profesores o padres el maltrato, también cabe la posibilidad de que lo intente si ve que el adulto es receptivo.

Finalmente, una vez detectado el acoso, la vía de actuación es la intervención.

La mejor forma de intervenir sería, por ejemplo, mediante la aplicación de protocolos efectivos por parte de los centros educativos: evitando la burocracia innecesaria y respondiendo activamente tanto a la víctima como al agresor o agresora. Por un lado, ayudando a la víctima y ofreciéndole las herramientas necesarias para superar el trauma y, por otro, castigando de forma educativa al acosador o acosadora, demostrando que sus actos tienen consecuencias reales que no ha de confundir con premios (como suele pasar con las expulsiones). En este sentido, los progenitores de los agresores o agresoras han de ayudar a facilitar el proceso de intervención, no sólo por el bien de la víctima, sino para que su propio hijo o hija llegue a conseguir una mejor inteligencia emocional de cara a sus iguales.

Números gratuitos y permanentes

De la misma manera que Grup La Pau recomienda que los usuarios de los servicios sociosanitarios confíen en sus profesionales de la salud, es necesario recordar que existen una serie de instituciones y personal capacitado para asistir e informar sobre el bullying a aquellos que lo necesiten: